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Parapeto. – Una Iglesia silenciosa, timorata frente al ruido del poder. Por: Julio Bahamon

Hace pocos dias se firmó en Bogotá un documento conjunto entre los tres poderes del Estado y la Iglesia Católica, en un gesto que pretendía enviar un mensaje de unidad institucional, respeto por la democracia y rechazo a la violencia. Sobre el papel, todo suena bien. Pero en la práctica el documento fue un saludo a la bandera, tan vacío como timorato y más útil a la polarización del presidente Petro que a la construcción de una paz duradera.

Sobre esa reunión ha comenzado a circular un análisis sereno por parte de sectores ciudadanos que no comprendemos el papel de la iglesia católica que permitió que en el texto del documento que dice salir en defensa de la democracia, omita completamente hacer referencia y condenar enfáticamente el atentado reciente contra el senador y candidato presidencial Miguel Uribe Turbay. ¿Como es posible que no se mencione ni una sola vez el lenguaje agresivo y sistemático del presidente Petro contra las instituciones, los medios, los partidos de oposición y la ciudadanía critica?

Resulta cada vez más evidente que este tipo de acuerdos, más simbólicos que efectivos, se están utilizando como herramientas de distracción para calmar una opinión publica inquieta, mientras en el fondo se sigue debilitando al Estado de Derecho. En lugar de cerrar heridas, el documento las mantiene abiertas, o peor aún, las encubre bajo una falsa narrativa de reconciliación.

Nos preguntamos, Cual es el papel de la Iglesia: ¿Mediadora o legitimadora?

El miedo y renuencia a llamar las cosas por su nombre recuerdan la actitud de Neville Chamberlain, aquel primer ministro británico que creyó ingenuamente que firmando acuerdos con Hitler lograría evitar la Guerra. Hoy sabemos lo que costo aquel error histórico. La debilidad frente al autoritarismo no garantiza la paz; garantiza su avance.

No sé, porque le temen a Gustavo Petro, quien ha demostrado que no respeta los limites institucionales. Ha desconocido la autoridad de la Corte Constitucional, ha atacado a la Fiscalía, ha promovido una narrativa de confrontación y ha intentado someter a las Fuerzas Militares a una reforma ideológica que rompe el equilibrio civil- militar. ¿Puede entonces, alguien creer que un documento débil lleno de generalidades puede contener la embestida oficial?

La iglesia debe ser valiente, no sumisa; profética, no diplomática, comprometida con la verdad, no seducida por la narrativa oficial.
Que triste el papel de los altos jerarcas de la Iglesia católica: Tan lejos de Dios y tan cerca de Gustavo Petro.

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