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Parapeto. – Procesos de paz: ¿Han sido estrategias eficaces para reducir la violencia, o medios para debilitar la institucionalidad? Por: Julio Bahamon

El Dr Alfonso Castro López, dilecto amigo, en un amable mensaje el domingo anterior me respondió lo que he llamado, mis deseos en materia política para el próximo año, diciéndome que: “Todo demócrata debe soñar que alguien le permita vivir en democracia y trabajar en libertad. Soñar no cuesta nada”

De ahí que en el titulo de mi columna de hoy hago una pregunta que quiero que sea respondida poniéndonos la mano en el corazón, por quienes así lo tengan a bien.

La paz que firmo Juan Manuel Santos en 2.016 murió antes de iniciar su implementación, y los hechos desmintieron contundentemente la melosa y desconcertante aseveración del entonces presidente de la república, pronunciada en el salón de la Asamblea General de las Naciones Unidas en los siguientes términos: “Quiero anunciarle al mundo que la guerra en Colombia terminó”. En ese farragoso proceso legitimaron a los actores que no cumplieron con los acuerdos. Sin embargo, el gobierno los premio haciéndolos Senadores de Colombia. ¡Farsa a la lata!

Antes de que corriera el primer año de suscribir el documento se conocieron los grupos que no lo firmaron, y el de quienes habiéndolo firmado se escurrieron del mismo: las disidencias del Estado Mayor Central de Ivan Mordisco, y la de la Nueva Marquetalia de su compañero de andanzas Iván Márquez. Resultado: al monstruo de las Farc le cortaron su cabeza en Cartagena y en la Habana, pero le brotaron dos cabezas en Bogotá más criminales que la original.

“La Paz total”, la bandera del gobierno actual no arranco, es la verdad. Y los señores del ELN, reiteradamente han manifestado que: “No firmarán ningún acuerdo con este gobierno”. ¿Entonces que hacen en las mesas los negociadores?

El pueblo colombiano merece una paz verdadera, no una ilusión que fortalezca a quienes persisten en el delito. De ahí que mis sueños para el próximo año son los de que, quien sea ungido como candidato (a) de unidad democrática tenga compromisos con la seguridad, la justicia y la protección de la gente. Que sea enfático en comunicarle al pueblo que Colombia no se rendirá ante el crimen, claro esta que en sus obligaciones tampoco abandonara la lucha por la reconciliación y el desarrollo.

Que la paz no será negociada, la paz verdadera se gana con oportunidades, con justicia y creando un Estado fuerte que haga presencia en cada rincón de Colombia. Que la prioridad de su gobierno sea la de rescatar a aquellas regiones azotadas por los grupos sediciosos que extorsionan a los campesinos y al pueblo en general.
No puede haber concesiones a los violentos para perpetuar a los salvajes.

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