COLUMNISTAS

El pasado 9 de enero, sucedió lo que estábamos temiendo: La fraudulenta posesión, a la fuerza, del cargo de presidente de la república Bolivariana de Venezuela por parte de Nicolas Maduro. No logro la extraordinaria líder venezolana María Corina Machado con su colosal autoridad demostrada en muchos años de influencia, acaudillando gigantescas manifestación de ciudadanos opositores del vecino país, que el mundo democrático la acompañara en su intención lógica de reclamar el derecho constitucional que le asistía al Dr Edmundo González Urrutia para juramentarse como nuevo presidente, dadas las circunstancias, reconocidas por la mayoría de países, de su victoria contundente y tangible, porque así lo vimos en las actas de los escrutinios electorales del 28 de julio del año pasado, que su titánica lucha tuviera un desenlace feliz para el bravo pueblo venezolano.

Los barbaros sicarios del régimen del sátrapa Maduro intentaron detenerla, pero fue tan grave la situación que ocasionaron a nivel mundial, que se vieron obligados a liberarla.

Su legado definitivo ya es un ejemplo de coraje, valor y amor por su pueblo. Infortunadamente, ¡El mundo democrático le fallo!

Desde luego que ese capitulo doloroso para los venezolanos no significa el apocalipsis de su nación, pero si la continuación de una tragedia anunciada. Para Colombia ese desgraciado episodio tendrá, lamentablemente, serias implicaciones si el mundo entero permite que Nicolás Maduro se atornille en el poder, por otros 6 años.

La principal consecuencia será el aumento masivo de venezolanos migrando hacia Colombia. Y, aquí hago un paréntesis para comentarles la experiencia que vivimos en 2.017 y 2.018 cuando la ola de venezolanos llego a Colombia. En aquellos años, vi a muchísimos de ellos, jóvenes que marchaban hacia el sur de nuestro pais. Y me preguntaba: ¿Que carajos van a hacer en el sur del Huila, o en el Caquetá, o en el Putumayo? Que Dios me perdone, pero siempre creí que esos grupos de jóvenes venezolanos migrantes que llegaban al sur de Colombia eran parte de las milicias bolivarianas que iban con instrucciones precisas del régimen, castro – chavista, y del pacto histórico, a engrosar las filas de las disidencias de las Farc y del ELN. Creo que no me equivoque.

Lo anterior repercutió progresivamente en la injerencia del régimen Marxista -Chavista en el conflicto armado, porque Venezuela se convirtió en refugio de grupos armados ilegales, lo que ha dificultado la farsa política de Paz total del socio carnal de Nicolas Maduro en Colombia, Gustavo Petro Urrego.

Otra gravísima secuela que veremos próximamente en Colombia será la desestabilización económica y social, por el contrabando de bienes y combustibles, exacerbando problemas como el desempleo y el aumento de la informalidad.

Amigos, con lo anterior, quedamos notificados de que el apocado gobierno de Gustavo Petro no dependerá más de sus áulicos criollos, sino de las ordenes que imparta desde el palacio de Miraflores, el sátrapa de Venezuela. Si los lideres políticos de Colombia no se unen ya, alistémonos para peores momentos en nuestra historia. Para mañana será demasiado tarde. Julio Bahamon.

Lo que pienso y como debemos actuar:
“La no violencia es buena casi siempre, pero no funciona cuando nuestra patria la usurpa quien desprecia al pueblo. La libertad tiene su costo; creo que la libertad vale casi todo, porque es libertad o muerte”.