Algunos amigos de vieja data que votaron por Gustavo Petro se quejan de que en casi todas mis columnas le doy “palo” al gobierno. Me dicen que no todo es perverso, que hay cosas buenas, pero en honor a la verdad no las he visto.
La delincuencia y la seguridad, continúan siendo un desafío muy importante para el Estado, mas no para el gobierno. Desafortunadamente los índices de criminalidad son muy altos. Con todo y este gravísimo problema que amenaza la democracia, el gobierno de Gustavo Petro ha tomado la decisión de maniatar a las fuerzas armadas suspendiendo los comandos conjuntos y a las fuerzas de tareas conjuntas y específicas del ejército colombiano, organización militar con las que, durante el mandato de Álvaro Uribe se puso a raya a los grupos guerrilleros de las Frac y del ELN.
Los comandos conjuntos y las fuerzas de tareas conjuntas y especiales, fueron creados para combatir estructuras específicas de las guerrillas y bandas criminales, mediante operaciones intensivas en las zonas azotadas por esos criminales. La felonía cometida en contra el pueblo la implementaron con la peregrina idea de reducir el enfoque de las acciones militares y “promover un ambiente más propicio para el dialogo y la negociación con esas bandas de forajidos y asesinos”. Con inusitada mala fe nos quieren hacer creer que el nuevo enfoque de las fuerzas armadas debe orientarse en amenazas de seguridad diferentes, como la soberanía de fronteras, o la lucha contra economías ilegales, cuando hace menos de 72 horas Gustavo Petro les ofreció, a los coqueros, comprarles todas las cosechas de hoja de coca. ¿Y mientras tanto, quién se ocupará de defender a los campesinos de las sangrientas tomas guerrilleras?
Hoy con dolor y tristeza debemos prepararnos para la toma absoluta, final y total de Colombia por los grupos narcoterroristas. El gobierno claudica en su afanosa propuesta de paz total, y su ejército se arrodilla ante los poderosos del poder civil y del dinero.
En economía se raja con un pingue crecimiento en estos últimos 27 meses del 2,25% del PIB. Las exportaciones tradicionales como el petróleo y el café han experimentado fluctuaciones debido a los precios internacionales, y a la equivocada política de no exploración de combustibles fósiles un renglón fundamental para el crecimiento de nuestra economía.
La Vivienda de interés social enfrenta dificultades en su implementación, lo que ha llevado al programa, “Su casa ya”, a mínimos de inversión. El impacto concreto en términos de nuevas unidades construidas es aún precario.
La política agraria ha decepcionado ya que, a 27 meses de gobierno, después de haber ofrecido a millones de campesinos comprar 3 millones de hectáreas, tierra que ofreció Fedegan intermediar entre sus afiliados, fracaso. Lastimosamente solo han comprado 167.000 has.
El tema de la corrupción ha copado en un altísimo porcentaje los espacios de la administración. Varios escándalos de descomposición han generado un enorme descontento nacional. Uno de los más resonantes es el de Nicolas Petro, acusado de recibir fondos irregulares de personajes con vínculos mafiosos para financiar la campaña presidencial. Las acusaciones surgieron por declaraciones de su exesposa.
Un segundo escandalo notable involucra a la UNGRD donde se desviaron más de $48.800 millones y se habla de una suma superior a los $360.000 millones de pesos.
La Agencia Nacional de Tierras enfrenta cuestionamientos en la implementación de la reforma agraria. Se han detectado deficiencias y poca transparencia en los procesos de titulación de las compras, afectando el 62% de las adquisiciones.
Recientemente el pais fue sorprendido por la noticia derivada de la denuncia que el exsuperintendente de salud presento ante la fiscalía general sobre el desvío de gruesas sumas de dinero de la salud, recursos que han ido a parar a paraísos fiscales en el Caribe. Penosamente debo decirlo, el gobierno del cambio es una asociación de depravación y podredumbre.