*Senador de la República
“Entiendo que muchas personas sientan que la corrupción está disparada, pero no es necesariamente cierto” palabras del primer mandatario de nuestro país, a quien hoy debemos preguntarle cuántas verdades ha tildado de no tan ciertas y cuantas mentiras repetidas por él y por su séquito, ha intentado convertir en verdades.
El Gobierno Nacional ha optado por maquillar la realidad colombiana, es indignante ver que el Ministro de Justicia llame incidente a la tragedia de Tumaco. Desde el comienzo advertimos el terrible panorama que se avecinaba por cuenta de los cultivos ilícitos y la alcahuetería de Santos.
Que Santos diga, que nunca ha perseguido opositores si no que por el contrario solo a los bandidos, es un argumento que se ha venido desvirtuando, desde el momento en que su Gobierno se volvió opresor de la oposición y déspota frente a las decisiones del pueblo, como lo fue con el plebiscito del 2 de octubre de 2016, cuando decidió seguir adelante a pesar de que los colombianos dijimos NO y reiteramos estar en desacuerdo, con la manera absurda e ilegal que buscaba darle beneficios a los delincuentes.
Su complicidad y tiranía nos ha llevado a revivir los terribles titulares en los medios de comunicación, donde las palabras “masacre” y “asesinato” manchan de nuevo con tinta roja, la historia de Colombia. Parece que esta época de oscuridad se prolonga cada vez más, por cuenta de las formas que buscan elogiar los crímenes de lesa humanidad cometidos por estos terroristas, como la JEP, donde los buenos serán perseguidos y los malos serán aplaudidos.
Este Presidente que se ufana de dador de paz y seguridad, hizo todo lo contrario, nos robó la tranquilidad de tener a los delincuentes y asesinos tras las rejas, para entregarnos como carnada en una carrera por ganar el Nobel de paz, cultivado con mentiras, premio que le sostendría su falsa imagen demócrata en el exterior, pero al interior del país, solo abonaría un terreno de desprecio por parte de los colombianos.
¿Qué más será “no necesariamente cierto” para el Presidente Santos? El discurso de Juan Manuel Santos es un completo “no necesariamente cierto” pues vemos que no teme decir mentiras, donde al mejor estilo de un ilusionista, en el momento en que tenga lo que busca, desaparecerá del escenario, zafándose de toda responsabilidad al recordarle al país, que desde un principio no todo era tan cierto.
Imaginemos por un segundo que podemos pasar al Nobel del paz al banquillo y tuviera que responder los siguientes cuestionamientos: ¿Qué pasó con eso de que los terroristas no llegarían al poder, o de que no ganarían mejor que cualquier colombiano de a pie? ¿O eso de que no habría impunidad? todas y cada una de las preguntas planteadas tendrían respuesta, simple no era cierto.
Presidente si la corrupción no necesariamente esta disparada, que tiene que decir sobre la construcción de la Refinería de Cartagena, donde el detrimento patrimonial asciende a los 8,5 billones de pesos, qué explicación le da a los colombianos sobre el desfalco a la educación, donde cerca de 400 mil millones de pesos fueron saqueados del Fondo Nacional de Prestaciones del Magisterio en Córdoba, o sobre el Cartel de la hemofilia, el Cartel de los enfermos mentales, las contrataciones de la Guajira y así podríamos seguir nombrando una infinidad de casos de corrupción, que tiene usted bajo la silla y se niega a aceptar y prefiere decir “nunca fueron necesariamente ciertas”
Nosotros los colombianos tenemos la verdad ante los ojos y es elección nuestra si seguimos creyendo en el mitómano de Juan Manuel Santos o si despertamos y hacemos evidente la crisis qué vive nuestro país, para emprender la lucha por el respeto de nuestra constitución, para defender la democracia y las instituciones, finalmente para decirle NO a los Gobiernos que engañan, mienten e intentan llevar a Colombia por el camino hacia el abismo.