
Crónica y análisis sobre la designación de la candidata presidencial para 2026
El Centro Democrático (CD) ha vuelto a protagonizar una polémica selección de su candidata presidencial para las elecciones de 2026. No se puede afirmar que el partido haya elegido formalmente a la senadora Paloma Valencia como su representante, ya que no celebró una elección interna, sino que el resultado provino de una encuesta. El partido sigue confundiendo dos procedimientos distintos: elección y encuesta de opinión. Mientras la primera implica el voto directo de los miembros, la segunda es una consulta sobre estados de opinión.
La ausencia de participación interna
Por tercera vez consecutiva, ni las bases militantes ni los dirigentes del CD fueron convocados a votar directamente por su candidato presidencial. Una vez más, la militancia fue sustituida por una oficina encuestadora poco conocida, que el 16 de diciembre anunció como ganadora a Paloma Valencia, sin acompañar el resultado de ficha técnica ni explicación detallada. El día anterior, distintos medios de comunicación independientes, como Red+Noticias, las revistas Semana y Pulzo y el diario El Heraldo, señalaban que la ganadora era, en cambio, la senadora María Fernanda Cabal. Este cambio repentino generó nuevas dudas e interrogantes sobre el proceso.
Influencia externa y controversias
El uribismo, antes del anuncio oficial, exploró posibles alianzas con otros sectores de la oposición a Gustavo Petro. Se especula si en esas conversaciones fue exigida la exclusión de Cabal como candidata. El 15 de diciembre, cuando se daba por hecho que Cabal sería la escogida, el CD emitió una declaración negando que ya se conociera el nombre de su candidata. Tras ser descartada, Cabal felicitó públicamente a Valencia y anunció su apoyo, aunque manifestó dudas legítimas sobre la consulta: cuestionó la cobertura y representatividad de la encuesta, y reclamó una auditoría para verificar quiénes y cómo votaron, aludiendo a casos de militantes que no pudieron participar.
Metodología de las encuestas y participación
El expresidente Uribe informó tres días más tarde que las encuestas habían sido realizadas por las firmas chilenas, Cadem y Panel Ciudadano. Que fueron practicadas dos consultas: una abierta a la ciudadanía en general y otra exclusiva para militantes del CD. En la de Cadem, Paloma Valencia obtuvo un 17%, Cabal un 11% y Holguín un 8%, sin datos absolutos, solo porcentajes. Panel Ciudadano, consultando a 2.323 miembros del CD (2.255 respuestas válidas), arrojó 1.037 votos para Valencia, 851 para Cabal y 367 para Holguín; porcentualmente, el 46% apoyó a Valencia, el 37,7% a Cabal y el 16,3% a Holguín.
Esto muestra que la selección se hizo sobre un universo muy limitado. Según el comunicado del partido CD, una de las encuestas fue automatizada por WhatsApp a unos 5.000 destinatarios, aunque no precisa el número exacto de participantes, generando más incertidumbre. Las empresas encuestadoras recibieron una base de datos para garantizar la protección y autenticidad, pero estas medidas no disiparon las dudas sobre el método empleado ni respondieron a las preguntas planteadas por Cabal.
A diferencia de otros partidos democráticos, donde las bases eligen a sus candidatos, el CD nunca desarrolló un sistema de membresía definido, ni dispone de registros o carnés actualizados. Por ello, sus consultas quedan en manos de terceros y abiertas a la influencia externa, incluso de adversarios políticos, mientras que el resultado final lo decide un grupo selecto.
Antecedentes y consecuencias de la metodología
El CD apoyó electoralmente a JM Santos en 2010 y 2014, aunque fue Oscar Iván Zuluaga el candidato en 2014. Santos, ya en la presidencia, se distanció del partido. En 2018, el CD repitió el mismo método de selección e impulsó la candidatura de Iván Duque, quien no logró revertir los acuerdos de La Habana favorables a las Farc. Posteriormente, Zuluaga volvió a ser candidato en 2022, pero abandonó la campaña, lo que facilitó el triunfo de Gustavo Petro. Pese a esos fracasos y sus graves consecuencias para Colombia en economía y seguridad, el CD no ha aprendido la lección y sigue sin una dirección electa, sin prensa propia, sin escuela de formación y sin candidatos fuertes. Así, el partido no ha sido capaz de reconstruir una alternativa sólida frente a la coyuntura nacional.
La exclusión de María Fernanda Cabal y el retraso en la designación
Muchos pensaron que esta vez el CD apostaría por Cabal, considerada como la más idónea por su carácter y visión. Sin embargo, fue descartada de nuevo pues una “encuesta interna” lo había decidido, sin saber cuántos petristas pudieron haber influido en el resultado. Además, el anuncio de la candidatura de Paloma Valencia fue retrasado cuatro días, lo que perjudicó a las otras precandidatas, especialmente a Paola Holguín que pensaba postularse de nuevo al Senado. El director administrativo del CD no ofreció explicaciones sobre este retraso.
Las encuestas y el entorno político
En noviembre de 2024, una encuesta situaba a Miguel Uribe Turbay como favorito entre los precandidatos del CD, seguido de Cabal y Valencia. Uribe Turbay falleció en agosto de 2025 tras un atentado ejecutado probablemente por el narco-comunismo. Posteriores encuestas en redes sociales confirmaron el liderazgo de Cabal, mientras que otros estudios, como el de Invamer, mostraron resultados contradictorios favoreciendo al senador comunista Iván Cepeda, pese a la mala percepción general sobre la gestión de Petro. Esto demostró la incoherencia de las encuestas y la necesidad de que la elección del candidato presidencial del CD se base en el voto interno y soberano de sus miembros. El anuncio de la candidatura de Paloma Valencia provocó un cambio en la opinión pública, favoreciendo al abogado Abelardo de la Espriella como posible ganador de la Presidencia, según Polymarket, y confirmado por Atlas Intel. Esta última firma, de origen brasileño, se negó a trabajar previamente con el CD por los insultos proferidos por Miguel Uribe Londoño.
Propuestas y estrategia de campaña
El programa de Valencia, basado en las “4 erres” (“reducir los ingresos de los grupos ilegales”, “restablecer la legalidad”, “reconquistar el territorio” y “re-enamorar a los colombianos”), recuerda por su tono angelista al de Duque en 2018, quien prometió “legalidad, emprendimiento y equidad”, pero dejó intactas las concesiones exorbitantes a las Farc, lo que a su vez desembocó en graves episodios de violencia. La elección presidencial de 2026 se perfila como un proceso inmanejable y lleno de emboscadas, con la llamada “centro-derecha” fragmentada e incapaz de contrarrestar la maquinaria del petrismo, mientras el país sufre una grave crisis de seguridad y liderazgo político.
Tras su designación, Valencia se reunió en Bogotá con Juan Carlos Pinzón y otros precandidatos para explorar su participación en una “consulta interpartidista” que se celebrará en marzo de 2026. En vez de iniciar una campaña independiente, con gran libertad de expresión, ella prefiere sumarse a una estrategia “unitaria” que de hecho pospone el combate político hasta poco antes de la primera vuelta, lo que podría debilitar la eventual coalición de “centro-derecha” frente al comunista Cepeda, quien inició su campaña en noviembre. Otros posibles participantes en esa consulta serían Vicky Dávila, Mauricio Cárdenas, Aníbal Gaviria, Juan Daniel Oviedo y David Luna, todos ellos con experiencia política destacada.
La búsqueda de un candidato centrista y sus implicaciones
El grupo selecto está convencido de que el candidato resultante de las negociaciones interpartidistas debe situarse en el centro político, alejándose de posturas claramente derechistas y conservadoras. Esta perspectiva parte de la creencia de que el comunismo colombiano es simplemente una fase extrema del liberalismo, motivo por el cual prefiere que el representante de la llamada derecha esté dispuesto a negociar con el petrismo y el narco-comunismo en lugar de enfrentarlos frontalmente. Sin embargo, este enfoque se fundamenta en un error adicional: considerar que, en un escenario con numerosos candidatos, el programa político es menos importante que el carácter conciliador del aspirante. Esta visión resulta equivocada, ya que el régimen petrista no modificará sus objetivos ni accederá a una política de apaciguamiento, siendo su compromiso respaldado por sólidos intereses internacionales.
El contexto internacional y las tendencias políticas
Esta estrategia presenta también un defecto importante: ignora el hecho de que el continente americano está experimentando un giro hacia la derecha, justificado por los estragos del narco-comunismo que ha causado graves daños en el hemisferio. Además, en Europa la crisis del modelo “centrista” de gobierno, sostenido por las izquierdas y la ecología política, incapaces de frenar el fenómeno de la inmigración ilegal masiva y un incremento del tráfico de drogas, está en pleno desarrollo, a lo que se suma la guerra híbrida que Rusia impone a los países de la Unión Europea por su apoyo militar y diplomática a la Ucrania agredida.
El fin de un ciclo y la necesidad de renovación
A pesar de este panorama, el grupo selecto permanece ajeno a esos factores. Lo ocurrido con María Fernanda Cabal es una muestra de esa actitud. El enfoque equivocado tiene consecuencias estratégicas, ya que el desmonte izquierdista del sistema democrático comenzó en 2010 y continúa en 2025, sin que el grupo selecto modifique su forma de pensar.
El Centro Democrático (CD) se revela –con pesar– más como un movimiento caudillista que como un partido político sólido. Por ello, ha llegado el momento de fundar una nueva organización política, ya que el CD ha cumplido su ciclo. Lo sucedido el 16 de diciembre evidencia el final de este tipo de estructuras, donde las bases sólo son valoradas como votantes y no como ciudadanos libres. Este derrumbe es perceptible: miles de uribistas están migrando hacia la candidatura de Abelardo de la Espriella, a quien consideran el candidato capaz de derrotar al marxista Iván Cepeda en las elecciones de mayo de 2026.





